Carla Sarabia. París.- La idea ha surgido a raíz de la ley francesa de modernización social, adoptada en 2002, según la cual, la empresa está obligada a ocuparse de la salud física y mental de sus empleados. Según los estudios, la media de empleados necesitados de apoyo psicológico es del 5%. Los innovadores han sido los miembros de un gabinete francés de prevención de riesgos psicosociales llamado ASP Empresas, una sociedad que se presenta como especializada en el desarrollo de las condiciones de calidad de vida en el trabajo.
Dar el paso
El funcionamiento es simple: la empresa que quiere llevar a cabo el sistema firma un convenio con la empresa creadora. Después, ambas se encargan de informar a los empleados, quienes deciden cuáles son sus necesidades. A continuación, el médico corporativo diagnostica el caso y distribuye tanto los tickets como la lista de los psicoterapeutas -no todos son psicólogos- colaboradores con la empresa. El asalariado escoge, según sus criterios, un especialista de los presentes en el convenio. A largo plazo, la empresa obtiene beneficio al no tener que pagar “daños mayores por no haber resuelto los problemas a tiempo”, detalla Burzynski. La cuestión del coste de un psicólogo es con frecuencia el freno para que las personas reciban este servicio. Quizá con este sistema, aquellos a los que les hace falta este tipo de terapia y que no disponían de medios para permitírselo, ahora lo hagan.

Actualmente, una centena de psicólogos, psicoterapeutas -sin estudios oficiales- y psiquiatras se han unido a la red ticket-Psy. Según ASP, “han sido seleccionados en función de su conocimiento por el mundo empresarial”. Al ser la empresa quien se encarga de seleccionar la lista de profesionales, el trabajador se ve obligado a tener un psicoterapeuta impuesto, algo que algunos psicólogos, interrogados por Época, consideran “injusto para el paciente al privarle de la libertad de elección”.
La empresa paga cien euros por uno de estos cupones -vale por una sesión-, cantidad que comprende el reglamento de la consulta y los gastos anexos. Un empleado puede, legítimamente, solicitar dos talonarios equivalentes a diez sesiones de psicoterapia. “Esta cantidad de sesiones es suficiente para el paciente”, estima ASP. Si al cabo de diez sesiones, el empleado desea seguir con la terapia -algo muy probable, porque según los psicólogos, estas terapias “enganchan”-, deberá solventarlo por su cuenta. “Nosotros estimamos un tiempo medio suficiente para resolver la situación de malestar del trabajador, pero cuando se entra en situaciones más personales o extraprofesionales ya no es responsabilidad de la empresa”, aseguran los innovadores del sistema.
No todo es oro
Aún es pronto para hacer balance sobre las repercusiones del servicio. Es difícil imaginar a alguien en una entrevista de trabajo preguntar si el ticket-Psy es una de las prestaciones de la empresa. Sin embargo, hay opiniones para todos los gustos, y algunos psicólogos se han manifestado en contra de esta técnica.
En declaraciones a Época, Mireille Bouskéla, presidenta del Sindicato de psicólogos en ejercicio liberal, explica que desde el punto de vista de los psicólogos, este sistema de cupones no es ético por dos motivos. En primer lugar, “se trata de una propuesta que limita la libertad del paciente ya que no es él quien elige a su psicoterapeuta, sino que se le impone uno de los de la lista escogida previamente por la empresa”. De esta manera, “se está, además, atacando al secreto profesional”, asegura.
