El nuevo equipo político francés se ha concentrado en todos los sentidos: menos ministros, menos apertura política y menos tiempo para actuar antes de las próximas elecciones presidenciales de 2012. En total, el número de personas que componen el gobierno es de treinta –siete menos que antes- entre los ministros y los secretarios de estado.
Fijando como horizonte 2012, en el nuevo gobierno de Sarkozy no hay sitio para la izquierda y apenas para el centro. Con la desaparición del ex ministro de asuntos exteriores, el socialista Bernard Kouchner, remplazado por Michèle Alliot-Marie, Sarkozy concluye con la polémica apertura política del gobierno que había provocado el descontento de muchos. Ahora las grandes líneas de actuación se van definiendo en un contexto de post crisis económica, donde la prioridad es afianzar el crecimiento de la economía y continuar reformando, tal y como ya ha advertido el jefe de Estado. Mañana, el presidente intervendrá en televisión para anunciar a los ciudadanos las prioridades de la nueva etapa. Nicolas Sarkozy continúa preocupado por la seguridad de sus compatriotas y por los problemas de inmigración, que no dejará de lado. Además, la reforma fiscal se impone. La remodelación ministerial se ha hecho esperar cinco meses porque antes de cortar cabezas, el gobierno esperaba zanjar definitivamente el asunto de la reforma de las pensiones que le ha costado al país muchos días de huelga y protestas y muchos euros. Concluido el episodio pensiones, la remodelación debía realizarse después de la pasada cumbre del G20 en Seúl y antes del debate presupuestario en el Parlamento que tendrá lugar esta semana.
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