miércoles, 27 de octubre de 2010

Francia se rinde ante el filme sobre los monjes asesinados en Argelia

‘Des hommes et des dieux’ narra el atentado islamista contra siete trapenses franceses en Tibérine ● Lidera la taquilla con 2,5 millones de espectadores en seis semanas


Catorce años después del trágico asesinato de los siete monjes cistercienses en Algeria, el cine francés ha querido rendir homenaje a los religiosos con una película sobre los últimos días de sus vidas en el monasterio de Tibérine. El filme se llama Des hommes et des dieux.

El realizador Xavier Beauvois, director de la obra, ha buscado reconstruir el destino y el compromiso de estos hombres de Dios. El resultado no ha sido en vano: el Festival de Cannes recompensó a la película con el Gran Premio del festival el pasado mes de mayo. Asimismo, es de destacar el hecho de que, en todo momento, la película ha contado con la unanimidad de críticas favorables en la prensa, tanto en Francia como fuera de Francia. En un principio, sin embargo, se creyó erróneamente que Des hommes et des dieux atraería tan sólo a los espectadores católicos, pero en última instancia ha conseguido llamar la atención de un público mucho más diverso. "Existe una frontera, sólo rara vez atravesada, a partir de la cual una película se convierte en un fenómeno", asegura el prestigioso semanario francés Le Point. “Des hommes et des dieux ha conseguido franquearla, porque, por cuarta semana consecutiva, sigue liderando la lista de los largometrajes en cartelera más vistos”. Más de dos millones y medio de espectadores han acudido ya a verla, un mes y medio después de su estreno en las salas de cine francesas. La última película que logró una taquilla parecida fue la superproducción norteamericana Avatar.

Los religiosos
Una injusticia de la vida provocó que los siete monjes franceses asesinados en Algeria ocuparan las portadas de los periódicos en 1996. Su vida discreta y humilde, al servicio de un pueblo destruido por la guerra, permanecía voluntariamente ajena a cualquier género de publicidad, mucho menos de provocación. De hecho, lo último que hubieran querido era utilizar su misión para fines propagandísticos.

Ellos, por el contrario, apostaban por “la caridad, el amor, la justicia y el sacrificio de las pasiones materiales”, todo ello “para consagrarse a los más débiles y víctimas de la violencia”. “Eligieron una vida en la que renunciaron a los intereses personales para compartir de modo gratuito los de aquéllos
que sufren y que encarnan el destino humano más cercano a Cristo”, describe Jean-Marie Rouart, miembro de la Academia Francesa e intelectual de voz muy respetada en el país galo. “Su sacrificio nos ha hecho despertar”, afirma el académico Rouart, cifrando el momento: “Justamente a partir de la proyección de la película en el Festival de Cine de Cannes”. Se trata de “un instante de gracia en el que el mundo cesó de batir a su ritmo endiablado ante el mensaje de los monjes”. “Su ejemplo nos hace creer en el hombre cuando está sumido en la desesperación”, concluye Rouart.

Los monjes habitaban en comunidad en la Abadía de Nôtre-Dame de l’Atlas, donde perseveraban en la obediencia a las estrictas reglas de la orden cisterciense. Entre las oraciones y sus trabajos agrícolas, se ocupaban de los habitantes del pueblo, ganándose así sus corazones.

Decisión delicada
Sin embargo, durante la guerra de Argelia, la violencia alcanzó este lugar de paz. La noche de Navidad de 1993, varios miembros del Grupo Islámico Armado irrumpieron por primera vez en el lugar santo, generando el pánico entre los religiosos y, sobre todo, la gran duda: ¿quedarse o marcharse?, pregunta que constituye el dramático hilo narrativo de la película. Ante la advertencia del peligro, los nueve monjes que allí vivían comienzan una lucha espiritual. Finalmente, escogen quedarse: “Nuestra misión está aquí”. La noche del 26 de marzo de 1996, siete de ellos fueron finalmente secuestrados. El GIA reivindicó el secuestro y el asesinato dos meses después, confirmando así su predilección por atentar contra la presencia de cristianos en el Magreb, pues en el periodo 1994-1996, los islamistas mataron a un total de trece religiosos, entre trapenses y padres blancos.

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