Abuso de confianza, falsificación de bases de datos e intrusión informática: Jérôme Kerviel, de 33 años de edad, es culpable de todos los cargos de los que se le acusaba. El Tribunal Correccional de París pronunció ayer una de las sentencias más severas de la historia de Francia. El ex operador bursátil de una de las principales entidades bancarias francesas, Societé Générale, ha sido condenado a cinco años de prisión –dos de ellos exentos de cumplimiento-; y a la devolución de 4.900 millones de euros. Es decir, la integridad de las pérdidas que el acusado generó al banco. Aunque los jueces consideran que el ex trader “atentó contra el orden público internacional”, el abogado defensor, -quien ya ha anunciado que recurrirá la decisión-, asegura que “la sentencia no es razonable”.
El 24 de enero de 2008, Société Générale anunció que había sido víctima de un fraude sin precedentes iniciado por uno de sus empleados, el cual había adquirido posiciones especulativas por 50.000 millones de euros.
Los sistemas de control del banco detectaron esta gran transacción y desenmascararon al autor, que desde hacía un año, actuaba sin límite con cantidades cada vez mayores. El hasta entonces operador bursátil fue inculpado por falsificación, lo que ya le costó un mes de detención provisional. Según la acusación, Kerviel había superado los límites de 125 millones de euros en las operaciones que realizaba. La Justicia estima que “camuflaba” sus movimientos, mediante “operaciones ficticias”, que no se basaban en “ningún dato económico”.
Además, los jueces consideran que el acusado “esquivó” los controles del banco y recurrió a “explicaciones técnicas destinadas a ocultar informaciones”. También mencionaron que ante el “estrés inhabitual” que sufría el trader, sus superiores le sugirieron irse de vacaciones, a lo que Kerviel respondió: “Sí, en la cárcel”. Tras su primera detención, reconoció que había falsificado correos electrónicos para disimular los movimientos que sí había realizado.
En su defensa, el acusado alegó que “en todo momento actuó con la autorización de sus superiores”, que nunca “le reprocharon nada” puesto que la entidad estaba “ganando dinero”. Además, insistió en que “nunca obtenía beneficio propio” –su objetivo eran los bonus- y en que “no es posible que una sola persona sea capaz de burlar” los mecanismos de supervisión de la sala de mercados de la entidad. Esta manera de operar, arriesgando importantes cantidades de dinero, “no era la excepción sino la regla del banco”, aseguró el acusado. La Justicia francesa también desaprueba que el ex operador bursátil haya “intentado hacerse la víctima y culpar a otros”, además de haber llevado a cabo una “campaña de comunicación ante la opinión pública antes del proceso”.
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