miércoles, 17 de marzo de 2010

Indignación en Dammarie-les-Lys

Los episodios de delincuencia forman parte de la rutina en la localidad francesa de Dammarie-les-Lys, a sesenta kilómetros de la capital. Por eso, a los habitantes no les llama la atención el ajetreo o el ruido de sirenas policiales en la calle. “Yo creía que se trataba de un nuevo robo o que la policía perseguía a traficantes”, comenta a LA GACETA un vecino. La violencia en las afueras de París, sobre todo, en ciudades de paso a otras más grandes, es algo común de lo que ya se ha dejado de hablar.

A diferencia de otros sucesos, en esta ocasión, la muerte del brigada Jean-Serge Nérin, de 52 años, -30 al servicio de la patria-, fallecido tras el tiroteo con grupo de etarras sorprendidos por una patrulla policial, ha sido noticia. “Era el mejor policía del pueblo y casi todo el mundo le conocía”, asegura a este periódico, el propietario del café ‘L’amendier’, que, consciente de que los sucesos son un tema de conversación frecuente en su establecimiento, no logra comprender cómo un gendarme puede morir de una manera “tan injusta”. Nunca antes había oído hablar de ETA. “No sé exactamente lo qué es”, asegura. No es el único. A 800 kilómetros de Hendaya, los paisanos de esta localidad no terminan de comprender la relación entre el asesinato del policía y la banda terrorista.

Entre sus clientes más asustados, el dueño del taller en el que se produjo el robo de los seis coches. El hombre, que no ha tenido tiempo ni para comer, relata angustiado cómo uno de los terroristas le apuntaba con una pistola mientras le preguntaba la contraseña de la alarma. “Me ataron y me encerraron en el despacho, cogieron las llaves y huyeron en los coches”. “Por pura casualidad”, según explica el dueño del café, la policía se percató de las anomalías que se sucedían y actuó con rapidez.

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